Buenos Aires, 11 de junio de 2012
Monseñor Alfonso Delgado
Arzobispo de San Juan
He leído su réplica (1) dirigida a la presidenta de la Nación con motivo de la sanción que las autoridades de
un colegio dependiente de la
Universidad
Católica de Cuyo aplicara a la alumna Micaela Lisola. Déjeme decirle
antes de continuar que es como miembro de la misma com
unidad de creyentes que escribo estas líneas. Dejé pasar
un tiempo prudencial a la espera de alg
una
corrección o desmentida de su parte. No las hubo. Según se informa, la
alumna habría sido sancionada por intentar, al hablar en
un acto
escolar, referirse al Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia que
se conmemora todos los 24 de marzo, en cumplimiento de la ley nacional
25.633, del 2 de agosto de 2002. Usted niega que ése haya sido el
motivo de la sanción “sino que hubo
una
cuestión de tinte disciplinario”. Al no aclarar cuál es la “cuestión”,
su negativa se desdibuja. Bien podría ser que la indisciplina fuera que
la alumna desobedeció la orden de no hablar de ese tema en dicho acto y
por eso fue sancionada. Si no fue así, sería importante que aclarara
usted la razón de la sanción. Pero vayamos ahora, monseñor, al resto de
sus declaraciones. Permítame decirle, con similar respeto al que dice
tener por la señora Presidenta, que no creo que su preocupación sea
cómo “llegar a fin de mes”
. Gracias a la ley 21.950, firmada por Videla
y Martínez de Hoz, los arzobispos y obispos con jurisdicción gozan de una asignación mensual estatal que asciende al 80 por ciento del sueldo de un juez nacional de primera instancia. Al mes de febrero de este año, esa canonjía era aproximadamente de $ 13.900, equivalente a unos seis salarios mínimos. Siendo soltero sin hijos, si esa suma no le alcanza, monseñor, usted tiene
un serio problema de administración personal o lleva
una
vida poco acorde con la austeridad evangélica. Pero, además, usted ni
siquiera debe ahorrar para su vejez
. Por la ley 21.540, firmada también
por Videla, una vez que cese usted en sus funciones o –Dios no lo permita– se vea incapacitado para ejercerlas, recibirá de manera vitalicia una suma equivalente al 70 por ciento del sueldo de los magistrados, lo que significa al mismo mes de febrero un ingreso
mensual aproximado a los $ 11.000, equivalente a más de seis
jubilaciones mínimas. Estos cuestionables privilegios son de carácter
móvil y se satisfacen con los impuestos que pagamos todos los
argentinos, católicos o no. Monseñor, si con todo esto a usted le
preocupa cómo llegar a fin de mes, me permito sugerirle la relectura
del Evangelio de Nuestro Señor (Mt. 6; 25,34) donde, entre otras
recomendaciones, Jesús nos dice “que por todas esas cosas (sus
preocupaciones, monseñor) se afanan los gentiles, pues ya sabe vuestro
Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su
Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura”. Y
si pese a esto su preocupación persiste, vaya a Mateo 19,29 y lea:
“Y
todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre,
hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna”. Dice usted, después, que cualquiera que haya ejercido la f
unción pública durante el último medio siglo puede aparecer en
una foto con alguien “con gorra o sin gorra”. Debe usted haberse expresado mal, porque es obvio que casi todos tenemos
una foto con gente sin gorra. Ahora bien, sólo alg
unos
tienen fotos con gente con gorra –supongo que se refiere a militares–
que, además, están condenados a perpetuidad por secuestros, torturas,
asesinato, desaparición de personas, robo de bebés y que ejercían,
cuando fueron retratadas, la conducción de
una
sangrienta tiranía. Parece algo más que casualidad que la misma
persona, la rectora Larrauri, tres décadas después sea protagonista del
episodio que nos ocupa. Esto sí, monseñor, debería ser motivo de su
preocupación. Y finalmente le voy a decir algo que como Iglesia me
preocupa a mí. Me refiero a las acusaciones que formuló su sobrina
política Gisela Busaniche por Radio Continental (2), referidas a su
conducta frente al secuestro y desaparición, en 1977, de la pareja
conformada por su hermano Pedro Delgado y Graciela Busaniche, quien se
encontraba embarazada de tres meses. Atentamente.
(1) Envié
una carta de lectores a La Nación, que aún no fue publicada.
(2) En La mañana, que conduce Víctor Hugo Morales (8 de j
unio).
* Ex embajador argentino en Uruguay y en la OEA.