EL UNIVERSAL (Caracas).- Marcos Aguinis, renombrado
literato, escribió en La Nación de Buenos Aires que “perturba que el
poder nacional haya quedado reducido a una persona… ¿O hemos retrocedido al Estado de Luis XIV? ¿O a la URSS de Stalin?”. Con ayuda de los opositores’ tanto que, continúa Aguinis, “se limitan a maquillajes,… respuestas confusas a la agenda oficial, ambiciones personales… reproducen ad náuseam el modelo populista (oportunista)… No se han dado cuenta de que China… desde que… (dejó el) modelo colectivista de Mao, ¡aumentó 45 veces su PBI!”
Este proyecto de tiranía, donde “Impera una corrupción monstruosa, superior a la de cualquier gobierno del pasado” según Aguinis, llega al colmo
de pretender obligar a pensar. Así, el senador Aníbal Fernández casi
ordenó váyanse haciendo a la idea de que hay que pensar en pesos’ y
continuó diciendo que “el dólar… no se emite en Argentina” (habrá querido decir que al peso lo emite su gobierno) y remató asegurando que “nadie le quiere perjudicar la vida a nadie”, cierto, mientras se haga y se piense como el oficialismo decida, o reprimirán con el monopolio estatal de la violencia.
Contra las imposiciones de este proyecto de tiranía argentino (o monarquía
absolutista, ya que están planeando que gobierne el tercer Kirchner
después de Néstor y Cristina), el pequeño pero aguerrido Partido
Liberal Libertario, puso una mesa en la calle para la compra y venta de dólares y su presidente aseguró que, cuando las leyes son inmorales, hay que rebelarse, particularmente contra los agentes recaudadores de impuestos que allí acechaban.
Un clásico de clásicos, Tomás de Aquino, asegura que “Si el gobierno, injusto fuera de uno solo, para procurarse sus propias comodidades… se llamaría tirano…”. Y más adelante “… el dominio por modo de sujeción servil, introducido fue por el pecado…”. El Prof. José Luis Parada Rodríguez recuerda que para el tomismo “Cuando las leyes del tirano son injustas (…para satisfacer la avaricia…)… no pueden ser vistas… como de obligado cumplimiento, más allá de que el tirano use la fuerza… (y, si) se impusiesen leyes contra el bien divino, considera santo Tomás que no es lícito obedecerlas”.
Estos proyectos de tiranía temen
perder el poder porque, en su soberbia y avaricia, sienten que sin él
no son nada y que corren riesgos. La violencia es hija del miedo y por eso están dispuestos a reprimir (la vida económica y social) cada vez más. Así, parafraseando a Juan Pablo II, digamos a los argentinos “no tengáis miedo”, a rebelarse pacíficamente (y poner la otra mejilla si fuese necesario) y desconocer la iniquidad, porque ésta no podrá triunfar, ya que la violencia es contraria al hombre.
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