EL COMPROMISO
Llevarse a casa un perro,
un gato, un conejo... un peludo, es toda una emoción. A veces, también es un
capricho.
Los
albergues están llenos de animales de todo tipo,
especie, raza, edad y condición, por falta de responsabilidad: no son juguetes que puedas tomar y dejar, ni deben
criar de forma incontrolada.
Tener un animal de compañía te obliga a cuidarle,
amarle y respetarle...
— En
lo bueno y en lo malo: los peludos no son sólo para jugar y
divertirse, sino también para aprender juntos, para crecer, y para afrontar las
dificultades. Si tu peludo tiene un problema de conducta, tendrás que buscar
una solución para superarlo: leyendo e informándote, pidiendo consejo, o
recurriendo a un profesional.
— En
la riqueza y en la pobreza: tu perro te seguirá queriendo aunque
no tengas un céntimo, desde luego; te quiere a ti, no a tus cosas. Pero cumplir
tu compromiso con él requiere cierta solvencia económica, debe estar bien
alimentado y recibir los cuidados veterinarios necesarios; si no tienes la total
seguridad de poder asumir esos gastos, no te comprometas.
— En
la salud y en la enfermedad: tu compromiso incluye ocuparte de
sus vacunas, revisiones veterinarias, higiene, y cualquier problema de salud
que pueda sufrir; también, proporcionarle la alimentación adecuada que le
mantenga sano, y ejercicio suficiente. Y no solo el bienestar físico es
importante, también el emocional: que se sepa querido y apreciado hará que sea
más equilibrado. Un animal feliz y bien cuidado vivirá más y mejor, y como contrapartida,
te ayudará a mantener tu propia salud.
— Hasta
que la muerte nos separe: al adoptar a un animal, te
comprometes a cuidarle durante toda su vida; pero como no puedes prever la
tuya, es conveniente tomar medidas que garanticen su cuidado si te sobrevive.
Si estás preparado para
asumir este compromiso, ¡adelante!
la recompensa merece la pena.
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